Que se abra el corazón a la materia, no significa que lo haga necesariamente con palabras amorosas, ni tampoco significa que lo haga manifestando solo la belleza. Cuando el corazón habla, puede hacerlo de muchas maneras, pero lo importante es que sea el corazón aquel que dicta las palabras y que las palabras surjan de la energía sincera que se manifiesta en el corazón. Cuando hables de lo que efectivamente se está generando en tu corazón, aún cuando no sea bello, solo surtirá efecto cuando lo hagas desde el corazón. Si pretendes hablar de la no belleza con palabras vacías que no salgan del corazón, pues solo estarás atrayendo más de aquello no bello, más de aquello que no quieres. Pero si lo haces desde el corazón, lo que generarás son cambios, cambios transformadores como los que la Humanidad está pidiendo a gritos.
Y claro que hablar de lo no bello no es tarea sencilla, pues sería tanto más fácil manifestar la belleza que nos rodea, pero es necesario hacerlo para que los anhelados cambios sucedan. Cuando el corazón habla, una semilla sale de él y se deposita en otro que, aún enojado u enfadado, está recibiendo de todas formas la semilla. Y esta semilla, depositada en el corazón receptor, contiene amor aún cuando las palabras no hablen de la belleza, aún cuando las palabras puedan manifestar la no belleza, pues ha salido desde el corazón. Y pueda que no sea comprendida en ese instante, pero más tarde todo cobrará sentido.
Cuando las semillas salen, es porque ha llegado el momento de que así sea. Hay un corazón que necesita despedirlas, y hay un corazón que necesita recibirlas. Y cuando las semillas piden salir desde el corazón, no se las puede callar, no se les debe apagar la voz. Las semillas deben salir lo más amorosamente que puedan salir, ya que la semilla merece respeto, porque la semilla encierra y es generada en el amor mismo. Pues entonces si la semilla ha pedido ser despedida, agradécele y entiende que era su momento de partir. Esas semillas necesitan actuar, necesitan acción y no pueden hacerlo desde cualquier lugar. Necesitan estar en el corazón que las llama. Entonces, cuando llegue el momento, despídela y déjala que sola haga su trabajo, trabajo que irá siempre acompañado por el más infinito y eterno amor que contiene la semilla toda, y agradécele, agradécele por el trabajo que ha realizado y realizará.
Y recuerda que aunque desde la mente o desde el ego pueda haber enojo, furia, bronca, victimización, elévate y verás que el corazón salta de alegría. Porque esa semilla será ahora el motor de un cambio que necesitaba de la semilla para germinar. Y el corazón lo agradece pues una semilla sembrada con amor siempre es bienvenida en los reinos del cielo y en los reinos de la Tierra misma.
Gracias.